LOS PRIMEROS TEBEOS
REFERENCIAS E INFLUENCIAS
por Demetrio Casado de Otaola
CONSIDERACIONES PREVIAS
Los autóctonos términos “tebeo” e historieta están en desuso frente al más actualmente extendido “cómic”. Parece además que el primero sólo es apropiado si se utiliza para referirse a publicaciones, mientras que los otros dos son válidos también para referirse a un medio de comunicación.
Según explica Jordi Vives en su libro
Dibujemos cómics: “El tebeo es una
revista en la cual se publican uno o varios cómics, completos o parciales. El
cómic es una narración gráfica, en la que se utilizan unos cuadros dibujados,
llamados viñetas, acompañados usualmente por unos globos (los bocadillos) con
texto en su interior.” Según el estudioso Javier Coma “Historieta corresponde tanto a la obra como al medio... Es sinónimo,
por tanto, de comics, pero no de publicaciones
de comics, a las que tradicionalmente
se ha llamado aquí tebeos.”
Will Eisner .
"Primera novela gráfica publicada en España".
El reconocido y ya desaparecido
autor estadounidense Will Eisner, que tanto aportó al medio
en cuestión, hablaba del arte secuencial y de la narración gráfica. Otros
proponen literatura dibujada. Últimamente se utiliza también, un tanto pretenciosamente, nóvela gráfica,
aplicable, por lo visto, únicamente a obras de cierta extensión y calidad de
edición, aunque no necesariamente de igual calidad de contenido,
diferenciándose así de las publicaciones periódicas. Aunque el término parezca
novedoso, ya se utilizó en España en 1904, para definir a tiras de prensa
extranjeras publicadas en el semanario madrileño Monos; en 1959, la editorial madrileña Dolar, recopiló tiras de prensa estadounidenses en una colección llamada Novelas gráficas: en 1964 una
editorial hispano-mejicana publicó en nuestro país unas historietas románticas, de baja
calidad, en formato de librito, que se autodefinían como novelas gráficas para adultos;
también entre las décadas de los años 50 y 70 del pasado siglo XX, editoriales españolas como Toray, Boixher o Vilmar, publicaron novelas gráficas para adultos, consistentes en historietas bélicas,
policiacas, del oeste o de espionaje ( esta supuesta orientación adulta se debía a que los editores querían evitar la revisión censora
por la que sí pasaban las publicaciones denominadas juveniles e infantiles).
Números de la colección Novelas gráficas.
Publicaciones autodefinidas como novela gráfica .
“Ahora, cuando expertos en marketing editorial, comisarios de
exposiciones al acecho de financiación pública y otros charlatanes han decidido
que Will Eisner, Daniel Crowles o Frank Miller no hacen tebeos sino ´novelas gráficas´…” (Gallardo por tierra, mar y aire, Eduardo
Bravo, 2008).
Existen otros términos para denominar al medio en otras lenguas: fumetti en italiano, bande desinée en Francés, Banda desenhada en Portugués, por asimilación Banda deseña en Gallego (dudo que gallego parlante alguno empleé este vocablo espontáneamente, pero cualquier cosa antes que unificar con el Castellano), cuadrinhos en Portugués Brasileño (mucho mejor), manga en Japón… , pero el más universal y consolidado es el de cómic, acuñado en los Estados Unidos. Lo cual es de cierta justicia si se tiene en cuenta la relevancia que ha tendido este país en la génesis y desarrollo del medio.
“Las narrativas pictóricas son tan
antiguas como el nacimiento mismo de las imágenes: dos o más dibujos juntos,
por primitivos que estos fueran, creaban una secuencia o proponían una posible
historia que el mirante construía con su imaginación” (Gorka López de Munain,
prólogo para Destino: Una novela en
imágenes).
El arte rupestre más antiguo
conocido, de al menos 43.900 años (gruta de las Islas Célebes en Indonesia), ya
contiene arte figurativo y narración de historias. Pueden considerarse pues precedentes del cómic:
Las pinturas rupestres.
Pinturas rupestres de Altamira.
La escritura pictográfica.
Los mosaicos sumerios; pasando por los jeroglíficos egipcios.
Jeroglífico
egipcio.
Las decoraciones de las cerámicas griegas e
incluso de las celtibéricas.
Cerámica,
un tanto escatológica pero muy gráfica, celtibérica (Museo de Tiermes, Soria).
Los relieves persas, asirios y romanos: “La sala
griega y la latina estaban una frente a la otra, separadas por un pórtico en
cuyo centro todavía se yergue la famosa columna de Trajano. Los arqueólogos
creen que el emblemático monumento representaba un gran rollo de piedra, con
sus treinta y ocho metros de escenas bajorrelieve a todo color sobre las
guerras de la Dacia – como viñetas de un cómic bélico-. El relato de las campañas se desarrolla en una cinta continua
que asciende en espiral: miles de romanos y dacios esculpidos minuciosamente
marchan, construyen, luchan, navegan, se escabullen, negocian, suplican y
perecen en ciento cincuenta y cinco escenas –una auténtica novela gráfica. (El infinito en un junco, Irene Vallejo).
Los también romanos frescos de la
taberna pompeyana la caupona de
Salvio. Los relieves persas, asirios y romanos (los de la columna
Trajana, por ejemplo) ), los también romanos frescos de la taberna pompeyana la caupona de Salvio.
Los códices mayas.
Códice Maya.
Tapices, beatos, filacterias medievales.
“Ya en el
siglo XII, los espacios de la página habían adquirido una condición selvática. Compleja
y utópica. Allí tiene su origen marginal el cómic. Literalmente: las primeras
tiras ilustradas de la historia aparecieron en los márgenes de aquellos
antiguos manuscritos. En torno a las letras, surgieron en las páginas increíbles
encajes de dragones, serpientes y plantas trepadoras que se enlazaban y se
entrecruzaban con una gran riqueza de formas retorcidas. Se poblaron de seres
humanos, animales, paisajes, escenas vivaces desarrolladas en series de
dibujos. Las pequeñas ilustraciones tenían un marco de orlas vegetales – de ahí
deriva el término <<viñeta>>, porque franjas de hojas de vid
bordeaban cada recuadro-. Desde la época medieval gótica, de las bocas de los
personajes emergen unas pequeñas cintas con las frases pronunciadas, antecedentes
de los bocadillos de nuestras historietas infantiles.” (El
infinito en un junco, Irene Vallejo).
Tapiz de Bayeux, siglo XI.
Beatos.
Leyenda
de una de las piezas de la exposición Lege et mira beatos leoneses ilustrados,
diciembre de 2021 a mayo de 2022, Museo Provincial de León.
Las escenas del soberbio cenotafio, atribuido al
maestro Fruchel, de los santos mártires
Vicente, Sabina y Cristeta del siglo XII que se encuentra
en Ávila en la basílica de San Vicente. Cada escena se separa enmarcada en
arcos separados por columnas que hacen las veces de viñetas. Hay muchos más
sarcófagos medievales con narraciones así dispuestas.
La pintura de Hyeronimus Bosch y Brueghel; la Velislav
también conocida como Biblia Picta (Biblia
Pintada) o Pauperum (Biblia
de los pobres) del
siglo XIV.
Biblia
Pauperum.
Los
relieves en marfil venecianos de finales del siglo XIV y principios del XV.
Relieves
venecianos en marfil.
Los donatos españoles del siglo XV; las ilustraciones xilográficas (que muestran
una suerte de viñetas).
Las aleluyas, las estampas populares del siglo XVI.
Estampa popular de 1680.
Los dibujos japoneses Ukiyo-e (sobre la vida cotidiana) y Shunga (erótico) del siglo XVII.
Las pinturas en serie con textos de apoyo de los británicos Thomas Rowaldson y William Hogarth.
Thomas Rowaldson y última
de una serie de ilustraciones de Hogarth,
en la que el protagonista acaba, después de un frenesí de sucesos, por ser
recogido en un manicomio. Un final que se ha repetido en muchas historietas. Como se ve en la viñeta que sigue de Mortadelo y Filemón.
Las caricaturas satíricas con globos de texto de la prensa inglesa y francesa del siglo XVIII.
Caricatura
de prensa inglesa del XVIII
Los Caprichos de Goya de principios del XIX.
Goya.
Capricho.
Los luboks rusos de mediados del XIX que podían comprenderse aun sin
entender el idioma de los zares.
Aleluya
anónima del siglo XIX.
O las obras del suizo Rodolphe Töpffer (1799-1846), temprano progenitor de la historieta industrial, que utiliza recursos narrativos gráficos herecia de los romances de ciego y aleluyas. Técnicas que comparten los franceses Grandville (1803-1847) cuyas caricaturas de animales humanizados podrían considerarse precedente de los funny animals (los animales
antropomorfos que proliferan por tebeos y animaciones) , Cham (1818-1879), Gustave Doré (1832-1883), Petit (1839-1884), Cristophe (1856-1945) y la obra del alemán Wilhem Busch (1832-1902). También pueden considerarse los
trabajos del inglés Charles Henry Ross (1835-1897)
junto a su esposa Marie Duval (1847- ¿?), los
del italo-brasileño Angelo Agostini y
del portugués Raphael Bordallo Pinheiro, entre otros muchos.
Ilustración
de Grandville.
Cham y una de sus viñetas.
Wilhem Busch y una ilustración de su celebérrima obra Max und Moritz.
Las historietas
a base de ilustraciones secuenciadas sin texto o con breves leyendas de apoyo
como los trabajos del francés Caram d´Ache (1858-1909) o el
estadounidense Arthur Burdett Frost (1851-1928) con sus historietas
cómicas en las que sus personajes humanos y animales muestran gran expresividad
y brioso movimiento muy propios de los posteriores tebeos y dibujos animados.
Caram d´Ache e Ilustración
de Arthur Burdett Frost.
.
Pero la concepción moderna del medio, entendiéndolo como literatura que se sirve fundamentalmente de imágenes secuenciadas (viñetas), apoyadas por textos, dotado de una estructura y lenguaje propios, nace en las narraciones gráficas que publican los periódicos estadounidenses desde finales del siglo XIX. Conocidas genéricamente como comic strips (he ahí el origen del término comic) o tiras de prensa, tiras cómicas, en castellano. En términos más académicos el cómic se define como "estructura narrativa formada
por la secuencia progresiva de pictogramas, en los cuales pueden integrarse
elementos de estructura fonética”, o, citando a Milagros Arizmendi, “…expresión figurativa, narrativa en imágenes que logra una perfecta compenetración (e interrelación) de palabra y dibujo gracias, fundamentalmente, a dos convenciones: la viñeta (que distingue la continuidad del relato en el tiempo y en el espacio) y el globo (que encierra el texto y delimita al protagonista).” Gaumer y Moliterni, en su Diccionario del Cómic, definen: "La palabra cómic designa aquello que algunos denominan figuración narrativa; esa forma híbrida que mezcla texto e imagen". El
editor Josep Toutain explicó:
“Un comic no es otra cosa que una historia gráfica, impresa sobre papel”. Scott
McCloud ofrece la trabajada definición: “ilustraciones
yuxtapuestas y otras imágenes en secuencia deliberada, con el propósito de
transmitir información y obtener una respuesta estética del lector”. El premio Pulitzer Art Spiegelman reivindica el término cómic como definición genérica (prescidiendo de diferenciaciones por extensión, calidad o valor artístico) "de un medio narrativo que entrelaza íntimamente palabras e imágenes pero que no es necesariamente cómico en su tono".
El
gran dibujante español Fernando
Fernández se explica así: “… comic, la historieta o la narrativa dibujada,
(la cosa esta de los dibujos dentro de cuadritos)…”. Para el
también español Roman Gubern,
estudioso del medio: “es una narrativa dibujada”. “Los cómics constituyen un
sistema de representación considerablemente complejo, una forma de narrativa
dibujada y basada en la secuencia lineal de pictogramas fijos separados por
intervalos, y a los que denominamos viñetas” Bryan Hitch sintetiza:
“Los comics no son más (ni menos) que un medio de narración visual…”. Mark Chiarello resume:
“… los cómics son síntesis de imágenes y palabras.”. Burne
Hoggarth, conocido como el Miguel Ángel de los cómics, ofrece la feliz definición: “… en parte
literatura, diálogo, poesía, coreografía, pantomima, cinematografía y todo
aquello que tenga que ver con el arte visual”. Para acabar con un autor más
actual, Seth explicó en una entrevista:
“De apariencia muy simple, es una forma cruda de arte. Menuda combinación. Se
usa para hacer viñetas cómicas y no nos damos cuenta de que es todo tiempo, de
que habla de cómo funciona el tiempo. Puedes hacer una imagen preciosa y un
bocadillo… pero es más un lenguaje en sí mismo que simplemente dibujar; palabras
e imágenes son abstracciones, son símbolos y los mejores viñetistas ni siquiera
necesitan texto y dibujo, le sirven los símbolos.”.
Seth
Dicho esto, la tendencia en las exposiciones que siguen es utilizar la denominación tebeo, por ser más afín a la cultura y sensibilidad generacional de quien suscribe y por lo que se expone a continuación.
TEBEOS vs. COMICS
En 1917 apareció en España
TBO. En sus mejores tiempos, esta revista, llegó a tener una tirada de trescientos cuarenta mil ejemplares.
Su
popularidad dio lugar a que a partir de 1932 se generalizase la denominación tebeo a un formato concreto de
publicaciones de consumo popular, a pesar de las objeciones que pudieran poner otras editoriales, como la desaparecida
Bruguera
y de los propios editores del TBO
que reclamaban la exclusividad.
En el primer número del TBO, en su texto de presentación, se daba la siguiente explicación a la elección de semejante título:
"El título de este nuevo semanario no envuelve misterio de ninguna especie. Buscábamos un nombre y entre las letras del alfabeto se nos destacaron tres, cuadrándose ante nuestra vista como verdaderos reclutas. Estas tres fueron una T, una B y una O.
-¡Firmes! dijimos con la imaginación más bien que con los labios.
Las letras se pusieron en fila todo lo tiesas que les permitían sus trazos y resultó: TBO.
El título nos sedujo y quedó admitido por unanimidad".
Lo cierto es que ya había otras publicaciones con título de estas características como: la catalana KDT (cadete) de 1912, o la argentina PBT (pebete) de 1903. Así parece que TBO pretendía evocar el infantil juego del escondite o la misma acción de mirar la revista. En este caso se sustituiría la V por una B para reforzar la combinación fonética, tal y como hacen ahora muchos usuarios de teléfonos móviles cuando envían mensajes de texto. En el editorial del número 1 de la penúltima época del TBO se reafirma esta
idea.
A mediados de los 80 del pasado siglo, un fanzine granadino abunda en la
idea eligiendo el título Que mal Te Veo! Y entrado el 2000, dependiente del gobierno vasco, el Etzen kultur taldea
edita TMEO, una revista de, cuando menos, provocadoras y tendenciosas
historietas, cuyo nombre tiene una inequívoca evocación (¡Hay que ver en lo que
se emplea el dinero público!).
Siguiendo
con la cuestión del TBO, el periodista, escritor y dibujante Andreu
Aveli-lí Artís, sostuvo en repetidas ocasiones que la denominación de la
revista se debía a las iniciales de un supuesto editor mallorquín llamado Tomeu
Bauçà Oliver. Está afirmación fue desmentida por la dirección del TBO.
Parece que el verdadero origen del título se debe a una sugerencia de Joaquín Arques, quien desempeñaba funciones administrativas y de guionista en la revista. Es muy posible que, como compositor musical que era, tuviera noticias de la revista lírica T.B.O. que se representó en Madrid en 1912. El argumento sitúa la acción en la redacción de un periódico llamado T.B.O.
Sea como fuere, debido al éxito de la publicación, años después, a la totalidad de las revistas gráficas de historietas se les llamaba tebeos.
Placa dedicada a la publicación TBO en la ciudad de Orense.
Con ocasión del 50 aniversario del TBO (1967) sus editores proponen a la Real Academia la inclusión del término tebeo en el diccionario. En 1968 se añade la entrada en las Enmiendas
al Diccionario común del Boletín de la Real Academia Española con la definición: "Revista infantil de historietas cuyo asunto se desarrolla en series de dibujos". La impresión de la misma en el Diccionario
se produjo en 1981.
Como analiza Antonio Altarriba en su obra La España del tebeo, la temática de estas revistas variaba entre el humor, el romance y las aventuras. En los años del régimen franquista las publicaciones estuvieron condicionadas por el control de la censura gubernamental y el peso social que tenía entonces la Iglesia. Así, se encuentran en las revistas de esos años abundantes contenidos moralizantes y adoctrinadores dirigidos a los niños, pues es a ellos a quienes están destinadas, mayoritariamente, estas revistas. A pesar de ello, lo cierto es que los tebeos sirvieron de vehículo de evasión y disfrute para muchos. Reflejaban, caricaturizaban y criticaban, en la medida de lo posible, a la sociedad de su tiempo.
La producción de tebeos se hacía a destajo, primando la cantidad sobre la calidad y en muchos casos con unas condiciones laborales y de propiedad intelectual abusivas para los dibujantes y guionistas. No obstante, desde el punto de vista artístico, creativo, gráfico y narrativo, estos años no fueron en absoluto estériles.
La introducción de tebeos extranjeros en el país tuvo sus dificultades con la censura y tuvieron que pasar algunas décadas hasta que se publicaran ediciones dignas y coherentes de los clásicos norteamericanos.
En la década de los años 70 del siglo XX comienza la transición a la democracia en España. Desaparecen algunos de los tebeos más populares y llegan (ya que hasta entonces su aparición en los kioscos había sido escasa y restringida) los superhéroes norteamericanos a través de las publicaciones de la editorial española Vértice y de la mejicana Novaro, a las que la generación de quien suscribe llamaba tebeos.
Con el cambio político y social cambian también los tebeos o historietas ( nombres con que se denominaban entonces a estas revistas). Aparecen publicaciones de orientación más adulta, artística, experimental, comprometida...
Viñeta de Moebius
Llegados los años 80 (citando de nuevo a Antonio Altarriba) "Los tebeos, ahora llamados más comúnmente ´comic´, se entregaron a la experimentación, al relato intimista contado en clave poética y a la descripción de las zonas más oscuras de la mente y también de la ciudad, interesada igualmente por la perversión y la delincuencia. La historieta fue entonces preciosista, fantasiosa, alucinante y alucinada, exquisita y también cutre, hermética y barriobajera, sensual, sexual, a menudo exhibicionista, diversa y rica en los matices que aportaba cada autor..."
La publicación El
Víbora, que comenzó su andadura en 1979, es paradigma de lo expuesto
por Altarriba. En la portada de su
primer número, bajo el título, aparece la palabra comic. En el editorial la
revista se presenta también como comic,
pero también se dice: “No tenemos ideología, no tenemos moral, no tenemos nada
más que ganas de dibujar un tebeo para ti, que a nosotros nos enrolle.” Parece
que la palabra tebeo aún tenía cierta vigencia.
Juan Maldonado decía en 1987: “Durante unos años, el confusionismo
lingüístico respecto al noveno arte hacía que los qiosqueros diferenciasen
entre tebeos (Bruguera y adláteres infantiles) y comics (que evidentemente eran
los superhéroes Marvel). En los últimos años la memez ha ido más allá, y se ha
podido oir: <<Estoy leyendo un comic
de Mortadelo… o, un tebeo de Corto Maltés >>”.
Sin embargo resulta revelador que en aquella década surgieran dos revistas cuyo título deja a las claras que sus editores se adscriben al término cómic. Estas son Cimoc (que es cómic al revés ) y Comix internacional (esta publicación española adopta el término con el que se denominó en los años 60 y 70 del siglo XX a los comics norteamericanos underground, aunque no sea específicamente representativa de esta corriente).
Viñeta del autor estadounidense Richard Corben de su época underground
Se llega así a la cuestión que da título a este apartado: Lo que se publicaba antes de los años 80 en España ¿eran tebeos y no cómics? Lo que después se llamó cómic ¿no eran tebeos?
La
mayoría de editores y críticos, con cierto snobismo oportunista que arrastró a
muchos lectores, abrazaron el anglófono término comic, menospreciando al españolito tebeo por asociarlo a infantil y vulgar. Así, al llamar a estas nuevas publicaciones comics en lugar de tebeos o historietas, lo que se pretende es desvincular al género de sus connotaciones infantiles, de subgénero de evasión. Se trata de dignificar, de potenciar a las publicaciones, elevando su status y haciéndolo apto para el consumo adulto. Juan Antonio Ramírez, crítico de arte e historiador, recordaba cómo le
costó en 1975 que la Universidad Complutense de Madrid admitiese como tema de
tesis doctoral el estudio de los tebeos
desde finales de la Guerra Civil hasta los años sesenta. Finalmente logró
convencer de que “el cómic (tebeo, historieta) era un estudio estético tan
digno y respetable como cualquier otro”. El doctor Ramírez no hace distinciones
ni menosprecios. Quien suscribe tampoco.
Incluso hay quien apunta que el rechazo al término tebeo se debe a que se identifica con el anterior régimen político. A pesar de ello, el gran dibujante español Carlos Jiménez, nada sospechoso de afección al régimen, ni de vulgaridad o infantilismo, seguía empleando el término tebeo.
Carlos Jiménez,
autoretratado en este personaje, habla de tebeos en los años de la movida madrileña.
En las publicaciones de la editorial Toutain de aquellos años figuró el siguiente reclamo, que a continuación se transcribe literalmente, que puede servir para ilustrar la idea expuesta:
"Me gustaba leer tebeos cuando era un chaval; pero lo dejé a los 15 o 16 años porque siempre era lo mismo. Sabía que en el extranjero los había de mejores, pero eran muy difíciles de encontrar y, de todos modos, no los hubiera entendido. Ahora es diferente. Han caído algunas revistas en mis manos con unos COMICS (así les llaman ahora) increíblemente buenos. Con unos tíos que dibujan de maravilla y cuentan unas historias, difíciles de encontrar en los otros medios de comunicación. A mis 25 años he vuelto a leer COMICS.
(Uno de tantos)
Este supuesto "Uno de tantos" incurre, faltas de redacción aparte, en una contradicción manifiesta y especialmente reveladora, si antes leía tebeos ¿Cómo es que ahora vuelve a leer comics? No se puede volver a leer lo que no se leía antes.
Otro reclamo en otra publicación
de Toutain que abunda en lo expuesto
anteriormente.
Por otro lado alguien
como Manel Fontdevilla,
tendencisosillo exdirector de la revista El Jueves, que se autodefine como
dibujante de tebeos, se refería a la idea anterior tan torpemente expresada por
Toutain, en estos términos: “…Pues
mi camino en el mundo de los tebeos fue éste: primero franco-belgas, Paco Mir, Romeu… hasta que un día en casa de un amigo, descubrí el Totem
y fue la primera vez que leí un tebeo que te podías tomar en serio…”. Fontdevilla, ya en el siglo XXI, no
parece diferenciar entre tebeos y cómics.
Manel Fontdevila.
Para otros la
diferencia entre tebeos o historietas y cómics parece estar también en la
extensión y en la calidad de edición: “Cómics, ya no historietas ni tebeos,
porque la obra rompió, también por su hechura -125 páginas, tapa dura- , los
moldes a los que me había habituado hasta entonces la indigente edición
española.”, Juan Manuel Díaz de Guereñu en la introducción del
recopilatorio de la obra de Dino
Battaglia, Totentanz.
Roger Subirachs encantado de conocerse.
No obstante no todas
las publicaciones de los 80 renegaron del tebeo. La
vanguardista revista Cairo se autodefinió en sus primeros
números como neotebeo. “Palabro” inventado al parecer por Roger Subirachs, colaborador de la citada
publicación y de El Víbora, y que define
su trabajo como el de hacer tebeos.
Cairo incluso reivindicó
a algunos autores de tebeos como Coll. Tratando
de diferenciarse así de las revistas que, a su entender, afirmaban su
carácter de publicación adulta a base de ofrecer sexo y violencia.
Coll
De hecho, cuando la
editorial
Bruguera adquirió la
revista
TBO,
en 1986, encargó al antiguo director de
Cairo,
Joan Navarro, el relanzamiento de
TBO.
Para el que se eligió el siguiente reclamo: “Si no le gustan los comics lea
TBO”.
Y se hacía la siguiente declaración de
intenciones: “las historietas no sólo se miran, también pueden ser una manera
gráfica de los tiempos que corren. Y eso es lo que pretendemos ofrecer con
nuestras dosis semanales de humor y aventuras. Si está usted harto de criaturas
de otra galaxia, guerreros místicos que solo piensan en lo que usted ya sabe,
heroinómanos de salón, nihilistas de estar por casa y narradores mediocres,
TBO es
la alternativa”. Se autocalifican como
Semanario
de diversión y reflexión. Trataban de diferenciarse de
lo que entonces se llamaban comics, pero
en ningún caso renunciaban a los lectores
adultos. A pesar de los esfuerzos de
Joan Navarro, la publicación no pasó de los 7 números y desagradó más que gustó a los lectores tradicionales de tebeos. Su fin supuso también
el de la editorial
Bruguera y casi el del uso del vocablo
tebeo.
Joan Navarro
En 1987
Ediciones B hizo una nueva intentona de
relanzar la publicación
TBO, la primera edición se agotó y
hubieron de editarse más ejemplares. Tal acontecimiento llamó la atención de
los editores de la revista
Zona 84, autoproclamada como
publicación de
cómic adulto. En la sección
Información del número 48 se hacen
eco de la notica e incurren en una contradicción pues publican: “… Es algo que
nos satisface enormemente porque es prueba de que hay público para los comics,
que según parece, debería ser un poco más tebeos.” No se aclaraban.
Parece que
consiguieron ser más tebeos pues en el número 65 de Zona 84 un lector se
queja amargamente de que sus compañeros de mili desprecien su gusto por esta
publicación dirigiéndole estas palabras: “¿Es qué no tienes uno bueno de
folleteo?”; “A ver si e haces un hombre, crío. ¡Qué no lees más que tebeos!”.
Tanto esfuerzo por ofrecer cómic adulto para que unos reclutas te consideren
tebeo por no ofrecer suficiente sexo.
El término tebeo no puede desprenderse fácilmente de connotaciones, en principio, desfavorables: La enciclopedia Larousse define tebeo como "nombre con que se conocen, comúnmente, en España los comics infantiles". En el diccionario de la Real Academia Española ya se ha visto que se define tebeo como "revista infantil de historietas cuyo asunto se desarrolla en series de dibujos" pero
también “Sección de un periódico en la cual se publica historietas gráficas de
esta clase” lo que lo equipara a tira de
prensa. El
propio director del TBO Albert Viña,
explicó en 1967 que su revista estaba dedicada “escrupulosamente a los niños” y
hacía reír a los mayores.
Albert Viña
Cuando se quiere decir que algo es disparatado o esperpéntico se dice que "es de tebeo", de hecho, siguiendo de nuevo a Antonio Altarriba, los primeros tebeos españoles reflejan una España esperpéntica. También se suele decir "estás más visto que el tebeo" aludiendo a las reiteraciones que aparecen en algunos tebeos. Por otra parte, cuando se describe una película de acción con situaciones y personajes arquetípicos, se dice que es un "comic". El término cómic proviene del norteamericano comic-book, que a su vez deriva de comic-strip, nombre que reciben las series gráficas que se vienen publicando en la prensa desde el siglo XIX, cuya temática es generalmente cómica. Es decir, tiras cómicas y libros cómicos. No parece que el término sea, por tanto, ni más digno, ni más adulto que el de tebeo. El ya mencionado Will Eisner manifestó que no le gustaba el término comic porque sus historias no siempre eran cómicas, y que él prefería llamarlo arte secuencial, como ya se ha dicho.
La colonización cultural norteamericana parece ya lo suficientemente manifiesta como para que se imponga un término de esa procedencia para denominar a un medio, que si bien le debe mucho a esa cultura, no le es exclusivo.
El término historieta es un término propio que se usa también en Hispanoamérica. Pero qué es una historieta ¿una historia corta? ¿una historia de categoría menor? ¿sería a la historia, lo que la opereta a la opera? Recurriendo de nuevo al diccionario de la Real Academia Española se tiene: "Historieta. Fábula, cuento o relato breve de aventura o suceso de poca importancia". Parece que el término no está exento de connotaciones desfavorables para dignificar al medio. Citando de nuevo a Javier Coma: “El conflicto de la
palabra historieta reside en su carácter
diminutivo, que no corresponde con obras de comics
de larguísima duración.” “En cuanto al vocablo tebeos, el inconveniente radica en su habitual sentido peyorativo, adherido
a un tipo de publicaciones infantiles sin ambiciones estéticas”. “Lo que
resulta sumamente incorrecto es llamar tebeos
a los comics, puesto que se
confunde las publicaciones del medio con el propio medio.”
Actualmente las
revistas de cómic adulto han prácticamente desaparecido. Ya no
se venden en los quioscos. El sesudo, adicto a la intelectualidad y
alérgico a posturas políticas conservadoras, Javier Coma, estudioso del medio, se quejaba así de esta situación
avanzada la década de los 80: “… Hemos vuelto, sin que nadie parezca darse
cuenta, al renacimiento de los ´tebeos, al material de consumo para público
infantil e infantiloide, a las historietas sin ambiciones y calidades
estéticas; hemos vuelto en definitiva, a los tiempos en que los comics carecían
del más mínimo reconocimiento cultural.”. Una postura fundamentalista que llevó
al citado Coma, junto al también estudioso del tema Román Gubern, a atacar a
la revista Cairo que se defendió por medio de Joan Navarro en el editorial del nº 25 de la citada publicación en
los siguientes términos: “Les gusta llamar comic
al medio, para así cargarse 100 de historia de la historieta española que desconocen
por completo…”.
Hay otras opiniones
como la del filósofo (entre otras cosas) Fernando
Savater: “Los tebeos son un mundo completo, cerrado sobre sí mismo, sin
pretensiones didácticas o regeneradoras de la realidad exterior; los cómics ya
apuntan a la interpretación del presente o el pasado, sobre todo del futuro,
pertenecen al orden útil de las lecciones de cosas. Para bastantes adultos y
sobre todo viejos los tebeos representan la dicha perfecta de la infancia, lo
que hoy proporcionan a los peques vídeojuegos y animes.”
Ahora los tebeos, las
historietas, los cómics se distribuyen en tiendas especializadas. El cómic adulto se publica en forma de novela gráfica, como se dijo al principio, conviviendo, entre otros, con el manga japonés, los superhéroes estadounidenses y los eternos Mortadelo y Filemón españoles. Todos ellos, a criterio y atrevimiento de quien suscribe, pertenecientes al mismo medio y a una forma de literatura que, como tal, tiene géneros y subgéneros; que puede ser arte, vehículo de cultura, crítica y aprendizaje; también un simple producto de consumo, de
evasión; o todo junto a la vez sin que haya que rasgarse las vestiduras. Una ingente
producción de materiales susceptibles de ser “obras maestras”, “buenas”,
“malas” o “deleznables”: justo como cualquier otro gran género narrativo.
Para quien suscribe el término tebeo no tiene connotaciones negativas sino entrañables. Los hallazgos literarios, artísticos, narrativos y la capacidad lúdica son una realidad tanto en tebeos de fórmula como en los de autor. Sirvan estas líneas para reivindicar la palabra propia tebeo frente a cómic, por no tener un significado especial fuera del original como título de una publicación casi desaparecida. Por eso mismo resulta apropiada para aplicarse a toda publicación que contenga viñetas, sea del género, orientación, calidad o extensión que sea.
Si las lenguas y sus palabras viven mientras
vivan quienes las hablen y las utilizan, y mueren cuando dejan de
utilizarse o muere el último de sus hablantes, quien suscribe seguirá diciendo
y escribiendo TEBEO mientras coleé.
Ya en el siglo XXI, sigue
dándose la disyuntiva: “Cada cual tiene una historia que le vincula
emocionalmente con Ibáñez, con esos tebeos – antes no se llamaban cómics-…”
(Jordi Canyissà). Pero por fortuna cada vez hay algunos más partidarios de la
opción de no hacer didtinciones. Enrique
Bordes, comisario de la magnífica exposición Beatos, Mecachis y Percebes.
Miles de años de tebeos en la Biblioteca Nacional, que pudo verse en
Madrid de octubre de 2018 a 2019. Bordes
dice “… el mundo del tebeo. Un mundo que se ha movido históricamente entre
la falta de aprecio y la ambigüedad de no tener ni un nombre ni una definición
claros. Tebeos, historietas, cómics, novelas gráficas…Texto e imagen, imágenes
en secuencia, estructuras de viñetas, orígenes inciertos… Quizá ha llegado el
momento de abrazar esa ambigüedad y convertirla en una fuerza, entenderla como
un signo más de la riqueza y flexibilidad del medio. Coincido con la
corriente que en castellano denomina ‘cómic’ al medio en general y
particulariza otros nombres para determinadas producciones locales: tebeo, para
España; bande dessinèe, para Francia;
fumetto para Italia; o manga, para Japón. Pero, como
igual han observado en estas páginas, abrazo igualmente un manejo ambiguo e
irreverente de esos términos, con la alegría del que hace tiempo que superó un
complejo.”.
Ilustración
de Max.
* * *
Los tebeos han producido gran cantidad de iconos que alimentan la cultura popular y conforman una mitología moderna. De hecho, muchas de las historias que aparecen en los tebeos, sobre todo en los de
superhéroes, son frecuentemente revisiones de los viejos mitos. Mitos aparte, los guionistas y dibujantes de tebeos han buscado inspiración en fuentes de lo más diversas para la creación de sus personajes. En el trabajo que sigue se pretende exponer algunas de las referencias que los autores han seguido en la creación de estos personajes de ficción. Así como las influencias que han generado a su vez. Con algunas de ellas podrían establecerse, como suele decirse, unos parecidos razonables.
Se toma como punto de partida las ya citadas tiras de prensa norteamericanas, desde sus comienzos hasta la aparición del comic book. Otro formato historietístico derivado de las tiras de prensa más próximo al tebeo convencional.
REFERENCIAS: • Eisner, Will, La narración gráfica, Colección Will Eisner nº 5, Norma Editorial. Barcelona, 1998. • Guiral, Antoni, Del tebeo al manga: Una historia de los cómics 1, Panini. • Gubern, Román, El lenguaje de los comics, Península, Barcelona, 1972. • Arizmendi, Milagros, El comic, Planeta, Barcelona, 1975. • Spigelman, Art, introducción
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Héroes de papel, en
Abc cultural, 24 de enero de 1981. • Tebeosfera. • Varios,
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Monsieur Pencil, El Nadir, 2012. • La Fuente, Fernando R., El Cómic el otro género del siglo XXI, en ABC cultural, 8 de febrero de 2014.
• Los
tebeos de posguerra, exposición comisariada por Luis Conde, Centro Cultural Conde Duque de Madrid, 30 de octubre a1 de diciembre de 2019. • Los tebeos de posguerra, exposición
comisariada por Luis Conde, Palacio Episcopal de Salamanca, diciembre de 2010 a
enero de 2011. • Coma, Javier, 1996 centenario de los cómics, en Zona 84 68, Toutain 1990. Varios, Cairo 25 y 26, Norma, Barcelona 1984.
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