LOS PRIMEROS TEBEOS
EUROPEOS XVI
(Los
primeros Tebeos)
por Demetrio Casado de Otaola
TÍNTÍN EN EL PAÍS DE LOS SOVIETS
George Prosper
Remi, Hergé (1907 -1983)
En 1925 Hergé comenzó a trabajar en la redacción del XXO Siècle. Un periódico católico, nacionalista y conservador donde los hubiese. Dirigido por el vehemente y controvertido abad Norbert Wallez, que contaba con Mussolini entre sus amistades personales. Si bien al principio Hergé realizó un anodino y poco satisfactorio trabajo de oficina en la sección de subscripciones, no tardaría en recibir encargos de ilustraciones para relatos y reportajes fotográficos. En 1928 el abad Wallez le nombra director del Petit Vingtiéme, el suplemento semanal juvenil del XXO Siècle. Para dicho suplemento dibuja l´Extraordinaire Aventure de Flup, Nénesse, Pousette et Cochonnet con textos de Smettini (alias de Armand De Smet).
l´Extraordinaire
Aventure de Flup, Nénesse, Pousette et Cochonnet.
No se trata de una
historieta propiamente dicha, pero sí utiliza en ocasiones recursos
gráfico-expresivos de los tebeos. El nombre de unos de los personajes, Flup,
será remodelado para la creación más célebre de Hergé después de Tintín: Quick et Flupke, conocidos
en España como Quique y Flupi.
Para estas historietas
sigue la técnica observada en las historietas de Zig et Puce del francés Alain Sant Ogain. Belga y galo son a su
vez admiradores de la obra del estadounidense McManus (Bringing Up Father). Con la
influencia de este último, Saint Ogan y
Jean Pierre Pichon fueron los
autores que tomaron como referencia los dibujantes de la escuela
historietística conocida como Línea Clara, de la que Hergé es uno
de los máximos referentes. Esta misma técnica será la que Hergé empleará para un nuevo personaje al que se dedicará casi en
exclusiva durante el resto de su vida.
© Casterman de las imágenes de Totor y Tintín.
■ Tintín en el País de los Soviets (1929): Tintín viene a ser una remodelación de Totor, el primer personaje creado por Hergé. Totor era un aguerrido boy scout, Tintín será un reportero, lo que le permitirá viajar por el mundo.
Totor.
Hay otros personajes anteriores rubios y con mechoncillo, como son Moritz del alemán Busch y Fritz de los Katzenjammer Kids del germano-estadounidense Dirks.
Moritz.
El guión y dibujos de Tintín en el país de los soviets corren a cargo, casi con total autonomía, de Hergé, aunque el tema de fondo fue indicado por el abad Wallez. Acción, suspense, gags, una documentación que se hará cada vez más exhaustiva y fidedigna a medida que se fueran publicando más historias (aunque en esta primera historia apenas contó con algo más que la obra profundamente antisoviética Moscú sin velos de J. Douillet y el asesoramiento sobre cirílico de un compañero de trabajo emigrado de Rusia) serán las características de las aventuras de Tintín hasta su final.
Tintín está acompañado de un blanco perrito fox terrier llamado Milú, nombre cariñoso de una amiga de la infancia (Marie-Louise), y primer amor/desamor de Hergé. A menudo los personajes de los tebeos, y de la literatura en general, necesitan de un compañero, un Sancho Panza (aunque sea canino) para no hablar solos. También sirven para dar la réplica y enriquecer las peripecias y situaciones cómicas de la historieta. Hay muchos casos anteriores y posteriores a Tintín y Milú.
Ilustración de Impressions
de voyage de M. Boniface (1844) del francés Cham.
En esta primera historia de Tintín que fue publicada por entregas en Le Petit Vingtiéme, el joven periodista viaja a la Rusia Soviética para hacer un reportaje. Desde el mismo momento en que inicia su periplo, los malvados agentes soviéticos tratan de sabotear el viaje (siempre parece haber problemas con la transparencia informativa en Rusia). Estos agentes pertenecen a la policía secreta del régimen ruso, la GPU, aunque se menciona también a La Tcheka, a pesar de que esta llevaba desparecida desde 1922. Tintín tarda tan poco en ser detenido como en escabullirse, recurriendo para ello a la suplantación de personalidad. Un recurso que volverá a utilizar en otras aventuras y que está a la orden del día en los tebeos y aún en la vida misma.
“Fernando
Delgado Sanz
de
usar, convicto y confeso,
para
robar, uniformes
del
benemérito cuerpo.”
(Romances de el Tuerto de Pirón, Tomás Calleja).
Tintín en el País de
los Soviets.
Otros casos de
suplantación de personalidad en Capitán Améirca y Teniente
Blueberry.
La aventura tiene un
ritmo vertiginoso, veloz. La velocidad del siglo, reflejada en la corriente
artística del Futurismo.
Con un ritmo desenfrenado Tintín continúa su viaje perseguido por agentes soviéticos, utilizando varios vehículos, como el ferrocarril en el que lleva a cabo peripecias dignas de Buster Keaton en su legendaria película El Maquinista de la General (1926). Las primeras historias de Tintín son, de hecho, una sucesión de golpes, caídas, persecuciones… muy en la línea de las películas del actor mencionado y de las de Charlie Chaplín.
Buster Keaton en El Maquinista de la General.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en el Congo.
Los recursos gráficos y los gags que utiliza Hergé demuestran que, aunque es un principiante, domina el medio.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en el País de los Soviets.
Chiste de La Risa de Pont, publicado en Pim, pam, Pum.
Tintín en
el País de los Soviets.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en
el País de los Soviets.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en el País de los Soviets.
Tintín en su frenético viaje
hacia Moscú hace uso de todo tipo de medios de transporte.
Buster Keaton en El Maquinista de la General.
En un momento dado de la aventura Tintín se pelea con un grupo de esbirros de la GPU en una habitación a oscuras. Hergé lo representa con una viñeta completamente negra. Los primigenios autores de historietas franceses Cham y Doré ya habían utilizado este recurso, aunque con textos al pie de la ilustración. El hecho de que la viñeta de Hergé no tenga apoyo de texto alguno hace que haya quien lo consideré como una referencia a la obra suprematista del pintor ruso Krasimir S. Malévich, a sus cuadros negros sobre fondo blanco realizados en los años 20.
Viñetas de Historie
de Monsieur Lajaunisse (1839),
Cham.
La
viñeta en negro de Tintín en el País de los Soviets en la que se “muestra” la
pelea del reportero belga con una panda de sicarios de la GPU.
Los personajes circunstanciales que Hergé va mostrando son bastante simples, siguiendo los modelos de rostros, y sobre todo narices, que dibuja McManus en Bringing Up Father. Pero hay un personaje en concreto, un guardia que da el alto a Tintín, cuyo rostro se diría una amalgama de los de Lenin y Trosky.
Lenin.
De nuevo capturado, los soviets tratan de someter a Tintín a auténtica Tortura China.
Tintín en el País de
los Soviets.
En su proceloso viaje
hacia Moscú Tintín se las tiene que ver con un cosaco llamado Lulitzosoff
(“Luisito”). Semejante personaje es un guiño para los hijos de la
depuesta emperatriz del Imperio
Austro-hungaro, Zita de Borbón Parma.
Quien después de vivir exiliada en la vizcaína localidad de Lequeitio, pasó a residir cerca de Bruselas en 1929, con
sus ocho hijos, que eran asiduos lectores de Le Petit XXe, los más
jóvenes de ellos al menos. Hergé satisface
así una petición expresa de la exemperatriz.
Ya en huida, Tintín
roba un avión ruso que tiene que reparar en pleno vuelo. Hergé se inspiró para esta peripecia en
una foto que llegó a la redacción de su periódico.
De modo que Hergé se vale de las noticias de
actualidad que llegan a su periódico en Bruselas para contextualizar las
vicisitudes de su personaje:
Así Tintín,
al aterrizar con su sustraído avión en Berlín, es recibido
triunfalmente al ser confundido como un participante de la Carrera aérea Polo Sur – Berlín – Polo Norte.
Del mismo modo, días
después de conocerse la noticia del secuestro en París por la policía secreta
rusa, GPU (la antigua Cheka), del opositor al régimen
soviético en el exilio General Koutepoff,
Tintín
es raptado por el mismo organismo en Berlín. El general de la Rusia
Blanca fue asesinado, Tintín, por descontado, salió de
rositas una vez más.
“Un
comando <<abordó>> su coche en plena calle haciéndose pasar por un control
de policía. Disfrazado de guardia de la circulación, Honel, un francés
propietario de un garaje en Laevallois-Perret, pidió a Kutiepov que le siguiera.
También estaba implicado en la operación el francés Maurice Honel, hermano del
anterior, que estaba en contacto con los servicios soviéticos y que sería
elegido diputado comunista en 1936. Parece ser que Kutiepov se resistió y que
fue asesinado de una puñalada. Su cadáver fue encontrado en el sótano del
garaje de Honel”. (La Komitern en acción,
en El libro negro del comunismo,
Stéphane Courtois y Jean-Louis Panné).
En los sótanos del escondrijo de la GPU se producen unos altercados con un tigre. En estas viñetas se diría que, aparte de la influencia de McManus y Sant Ogain, puede apreciarse la de Rudolph Dirks, autor de la celebérrima serie The Katzenjammer Kids que llegaba a Hergé a través del corresponsal de su periódico en México, nada menos que Léon Degrelle.
The Katzenjammer Kids.
Tintín en el País de los Soviets.
Milú aparte,
hay bastante presencia animal en la obra de Hergé. En estos primeros dibujos se puede detectar la influencia
del mentado Rabier, gran
caricaturista de animales. Ha pasado a la historia, entre otras cosas, por ser
el autor del diseño original de La Vaca
que ríe.
En principio esta
aventura terminaba con Tintín dando cuenta de sus
perseguidores y volviendo a Bruselas sin más. Pero, a sugerencia del redactor
del periódico de Hergé, Charles Lesme, la historia tendría una
prolongación de dos páginas en un número especial de Le Petit Vingtième.
En estas páginas extra se muestra el viaje en tren de Tintín
y Milú, su paso por Lieja, donde se celebra la exposición
conmemorativa de los 100 años de independencia de Bélgica, y su llegada
triunfal a la Estación del Norte de Bruselas. Entre el entusiasta público no faltan
los boy scouts que siguen estando muy presentes para Hergé.
Este baño de masas del reportero tuvo una recreación real, en la misma plaza Rogier que Hergé dibuja en la viñeta final de la historia. Un joven y un fox terrier reclutados para la ocasión encarnan a los héroes que tras los discursos de rigor, son llevados en un lujoso buick entre flores y aclamaciones hasta la redacción del XXO Siècle. Allí, autor y personajes saludan a sus admiradores desde un balcón.
Palle Huld, sólo le falta el perrito.
El actor elegido para encarnar a Tintín fue Palle Huld, un joven danés de 16 años muy popular por, entre otras cosas, haber sido el ganador de un concurso organizado por el periódico danés Politiken, consistente en dar la vuelta al mundo, lo que hizo con 15 años en 44 días y pasando por Rusia. Todo un aventurero este joven que además era boy scout, pelirrojo y gastaba pantalones knickerbocker, o como se diga, bueno, los que lleva siempre Tintín. Se ha especulado con que Palle Huld fue el modelo viviente inspirador de Tintín, aunque Hergé dijera que fue su hermano Paul Remi.
Portada del libro de Léon Degrelle en el que explica que él fue el inspirador de Tintín. El autor se aseguró de publicarlo tras la muerte de Hergé, no fuera a rebatirle sus ocurrencias.
Léon Degrelle, ex colaborador de XXO Siècle, ex amigo de Juventud de Hergé y posteriormente dirigente nazi belga y condecorado combatiente del frente ruso, dijo, echándole morro: “Tintín soy yo”. Parecidos físicos y circunstanciales aparte, en esencia, Tintín era el propio Hergé. Así lo manifestó él mismo en varias ocasiones.
La primera aventura de Tintín, al igual que las que vinieron después, fue recopilada en un álbum, en Editions du Petit Vingtieme. Pero a diferencia de las demás, no fue redibujada ni coloreada para las versiones en álbum que se hicieron años después. La primera reedición autorizada de Tintín el país de los Soviets no se hizo hasta 1981, dos años antes de la muerte del autor. Hergé reconoció no estar muy satisfecho de esta obra primeriza. Realizada por un joven de 22 años, conservador y católico. Tintín en el país de los Soviets, sin dejar de ser dinámica y divertida, tiene un exceso de sátira y panfleto. Hergé, formado en un entorno conservador de derechas, influenciado y condicionado por su jefe el abad Norbert Wallez (cuya secretaría, Germaine Kieckens, despertaba el interés romántico del autor y acabo siendo su primera esposa) no demuestra en sus primeras obras el rigor por reflejar el siglo XX que demostraría después. La inmersión de Hergé en un ambiente como el de la redacción del Vingtieme siclè venía de lejos. En una Bélgica polarizada (hay que ver lo actual que nos resulta la palabreja) en la que era difícil no posicionarse. Hergé de origen humilde, se crio en los suburbios de Bruselas. Su padre, presionado por su jefe que era católico a ultranza, le cambió de una escuela estatal laica y de una también aconfesional asociación scout a una escuela y una asociación scout católicas. Volviendo a Tintín en el País de los Soviets, la literatura anticomunista había llegado a ser un subgénero en Europa desde la Revolución Rusa de 1917. La obra mencionada, Moscú sin velos, tuvo bastante difusión en Europa, en la Europa francófona sobre todo, en España se publicó después de la Guerra Civil. Así que Hergé siguió una tendencia que se daba en corrientes de opinión de Europa y de su periódico en concreto. Dirigiéndose en este caso al público juvenil. El título completo de la obra de Douillet, Moscou sans voiles. Neuf ans de travail au pays des Sóviets, Moscú sin velos. Nueve años de trabajo en el país de los Soviets, da una idea de que fue la principal y casi única referencia de Hergé para Tintín en el país de los Soviets. Que sigue bastante al pie de la letra el libro, llegando incluso a reproducir algunos diálogos. Así Hergé recoge las principales denuncias que se hacen contra el régimen soviético como son: el hambre, el terror, la pobreza de las ciudades, las bandas deambulantes de niños famélicos, las persecuciones a los campesinos propietarios, la falsa industria, la colectivización agraria impuesta por la fuerza…
En Moscú sin velos, que seguramente llegaría a Hergé por mediación del abad Wallez, el belga Joseph Douillet, que había sido diplomático en Rusia, arremete contra los complejos fabriles de los que presumía el gobierno soviético ruso. Douillet viene a decir que es un montaje como los que hacía el ministro Potemkin, con decorados y vestuarios idílicos en plan Bienvenido Mr Marshall, cuando la Zarina Catalina iba de visita por el empobrecido y hambriento sur de Rusia. Tintín es de la misma opinión que Douillet. Ve como unos observadores británicos son deslumbrados con una especie de fábricas trampantojo. Lo cierto y verdad es que entre 1920 y 1939 la intelectualidad occidental viajo a Rusia para conocer de primera mano aquella realidad, lo que fue aprovechado por el régimen ruso con fines propagandísticos, organizando una especie de visitas turísticas con agasajos por plantas industriales. Especialmente relevantes fueron los visitantes británicos, con figuras como: Wells, Keynes, Russell, Shaw… También hubo algún español como Fernando de los Ríos. Tíntín se refiere a estos visitantes como unos engañados “pobres que aún creen en el paraíso ruso”. La misma consideración que han tenido los contrarios al régimen comunista de estos visitantes con opiniones favorables al mismo.
La representación que
hace Hergé de la planta industrial
toma como modelo lo observado en la ciudad belga de Malinas.
Otras de las acusaciones que los opositores de la Rusia comunista hacían eran la del acopio de riquezas por parte de los dirigentes comunistas (Lenin, Trosky y Stalin, en la versión original de Tintín en el País de los Soviets se hace mención expresa de estos nombres, no así en la versión española) y la ostentosa exportación de trigo, caviar y vodka con fines propagandísticos, mientras la población rusa pasaba privaciones. Tintín encuentra los depósitos secretos de estos supuestos expolios, ocultos en una casa dispuesta como un Pasaje del Terror a fin de ahuyentar curiosos. Es de creer que la represión del régimen soviético daba bastante más miedo que la Casa de la Bruja que presenta Hergé.
Otra de las denuncias recogidas por Douillet en Moscú sin velos, concretamente la correspondiente al capítulo Una elección en el campo, es la que denosta la práctica asamblearia y el sistema de elecciones directas en las que hay un único partido. También repudia el régimen de terror con que los responsables del acto electoral someten la voluntad popular amenazando con sus armas a los electores. Hergé reflejó este capítulo casi al pie de la letra en Tintín en el País de los Soviets.
“Entre nosotros también pueden existir otros partidos. Pero este es el principio fundamental que nos distingue de Occidente. La situación imaginable es la siguiente: ¡un partido reina y todos los demás están en prisión!” (Tomsky, jefe supremo de los sindicatos soviéticos, 13 de noviembre de 1927).
Una cuestión recurrente
en la crítica a los regímenes comunistas en la segunda y tercera décadas del
siglo XX es la del hambre y la miseria. Que también exponen Douillet y Hergé,
quien en cuanto a esta cuestión reproduce en Tintín en los Soviets el
capítulo ¡… Así es Moscú! de la obra del primero.
“Sin embargo, subraya una particularidad de muchos regímenes comunistas: la utilización sistemática del ‘arma del hambre’.” (Stéphane Courtois, Los crímenes del comunismo, en El Libro Negro del comunismo).
Desde que Tintín y Milú llegan a Rusia, éste se pasa varias viñetas quejándose del hambre que pasa. Sólo tras muchas páginas logrará calmarla. Los periódicos belgas de entonces publicaban noticias sobre niños rusos famélicos, ateridos, sin recursos y desatendidos, vagabundeando y delinquiendo. Tintín, o más bien Milú, ayuda a un niño hambriento y maltratado. No será la primera vez que Tintín defienda a un niño de los abusos de un adulto. Al fin y al cabo Tintín fue un personaje creado para el público infantil.
“En La primavera de 1934, el Gobierno tomó una serie de medidas represivas en relación con numerosos vagabundos jóvenes y pequeños delincuentes que se habían multiplicado en las ciudades a causa de la deskulakización, el hambre y la brutalización general de las relaciones sociales.” (Nicolas Werth, Un estado contra su pueblo en El libro negro del comunismo).
Tintín en el País de
los Soviets.
También se trata la
cuestión agraria. Desde 1928, con Stalin
consolidado en el poder, se colectivizó a la fuerza la producción agrícola
y muchos kulaks (agricultores y
ganaderos propietarios) fueron obligados a entregar sus cosechas y ganado al
estado, además de ser, en muchos casos,
represaliados o directamente eliminados. Los campesinos se resistieron
ocultando su producción e incluso destruyéndola. Todo esto sucedía al tiempo
que Hergé publicaba por entregas
jueves a jueves Tintín en el País de los Soviets en Le Petit Vingtieme.
“Desde
inicios del año 1918, Lenin, paralizado en el punto muerto al que le había
conducido su política, inquieto ante la situación catastrófica de los
suministros de los grandes centros industriales contemplados como los únicos
islotes bolcheviques dentro de un océano campesino, estaba dispuesto a todo
para ´apoderarse de los cereales´, salvo a modificar un ápice su política.” (Nicolas Werth, Un estado contra su pueblo. Violencias,
temores y represiones en la Unión Soviética, en El Libro Negro del comunismo).
En esta, un tanto chapucera, viñeta se explica otra de las afirmaciones de Douillet respecto a la utilización propagandística de la producción a costa de las penalidades del pueblo.
Hay en Tintín
en el País de los Soviets otras referencias no necesariamente
atribuibles a Douillet. Como la
relativa a la política de exterminio del régimen soviético contra los cosacos,
aunque es muy fugaz.
“Desde 1920, la `descosaquización´encaja ampliamente con la definición de genocidio: el conjunto de una población con una implantación territorial fuertemente determinada, los cosacos, fue exterminada por su condición de tal. Los hombres fueron fusilados, y las mujeres, los niños y los ancianos, deportados, las poblaciones arrasadas o entregadas a nuevos ocupantes no cosacos.” (Stéphane Courtois, Los crímenes del comunismo, en El Libro Negro del comunismo).
También se recoge en Tintín en el País de los Soviets un temor que estaba bastante arraigado en los contrarios al comunismo en Europa Occidental, respecto al peligro de la propagación de la Revolución Rusa y a posibles acciones terroristas impulsadas por la misma. A fin de cuentas en el II Congreso de la Komitern, la III Internacional, celebrada en Moscú en 1920, se llegó al acuerdo de llevar la revolución más allá de las fronteras rusas.
“Nada más acceder al poder, Lenin soñó con extender el ardor revolucionario primero a Europa y luego a todo el mundo. Este sueño respondía al famoso lema del Manifiesto del Partido Comunista de Marx, de 1948: << Proletarios del mundo uníos >>. Y al mismo tiempo provenía de una necesidad imperiosa: la revolución bolchevique no podría mantenerse en el poder y extenderse si no era protegida, sostenida y relevada por otras revoluciones en los países más avanzados – Lenin pensaba principalmente en Alemania, que tenía un proletariado muy organizado y una formidable capacidad industrial- Muy pronto, esta necesidad coyuntural se transformó en un auténtico proyecto político: la revolución mundial.” (La Komitern en acción, en El libro negro del comunismo, Stéphane Courtois y Jean-Louis Panne).
Así mismo, el
terrorismo se ha asociado a la Revolución
desde los atentados al Zar Alejandro II, tras varias tentativas fallidas un
último atentado con bomba acabo con su vida y con la de varias personas más.
Tintín en el País de los Soviets.
La Revolución, el comunismo, suscitó en Europa la conspiranoia. La antigua policía política zarista, Ojrana, sembró el germen en los
inicios del siglo XX. Tintín desbarata
en Berlín una cédula enviada por Moscú dispuesta a atentar en las principales
capitales europeas.
“Se
enviaron a Alemania agentes secretos (August Guralski, Matyas Rakosi),
acompañados por especialistas en la guerra civil (entre ellos el general
Aleksandr Skoblewski, alias Goriev). La insurrección se apoyaría en los
gobiernos obreros, formados por socialdemócratas de izquierda y comunistas, que
se preparaban para conseguir armas en cantidad suficiente. Enviado rápidamente
a Sajonia, Rakosi pensaba hacer saltar un puente de línea férrea que unía la
provincia con Checoslovaquia, con el fin de provocar la intervención de esta y
aumentar la confusión”. (La Komitern en
acción, en El libro negro del
comunismo, Stéphane Courtois y Jean-Louis Panne).
Como se ha dicho, con
el tiempo, Hergé no quedó satisfecho
de la primera aventura de Tintín, por su falta de rigor y
excesivo carácter propagandístico. No obstante, tenía todo el derecho del mundo
a haber sido joven, católico, conservador, de derechas y anticomunista también.
En todo caso, siempre demostró su oposición al totalitarismo en todas sus
manifestaciones. Esto es, siempre que pudo. En cualquier caso, en Tintín
en el País de los Soviets no hizo sino reflejar una corriente de
pensamiento muy extendida en Europa Occidental y sólo los fanáticos y los muy sectarios (quizá los muy idealistas también) pueden hoy seguir negado, justificando o ignorando los crímenes del régimen comunista soviético. Pero esto resulta imperdonable
para un sector de intelectuales y críticos, y a los lectores que arrastran,
incapaces de ver nada valioso que no esté a la izquierda de sus narices. Por lo
que han crucificado a Hergé y a Tintín.
Algo muy aparente para aquellos que quieren significar su militancia con este
tipo de postureos, pues en lo demás no se diferencian en nada de un burgués de
derechas.
Ilustración de Le Petit Vigtième en la que Milú susurra al oído de Tintín su próximo viaje.
En todo caso Tintín en el País de los Soviets fue un rotundo éxito en su momento en Bélgica y países europeos francófonos. Se creó una gran expectación entre los lectores por saber cuál sería el destino de la próxima aventura de Tintín, lo que será, quizá, tema a tratar en una próxima entrega de Los Primeros Tebeos Europeos.
Tintín en el País de
los Soviets ha
sido publicado en España por la editorial Juventud.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFÍCAS
• Patrick y Moliterni, Claude, Diccionario del Cómic,
Larousse, Barcelona 1996.
• Gravett, Paul, 1001 cómics que hay que leer antes de morir,
Grijalbo, Barcelona 2012.
• Goddin, Philippe El arte de Hergé volumen 1, Zendera Zariquiey,
Barcelona 2008.
• Hergé, Archivos Hergé, Juventud, Barcelona
1990.
• Hergé, Tintín en el País de los Soviets,
Juventud, Barcelona 1989.
• Castillo, Fernando, Tintín – Hergé, Una vida del siglo XX, fórcola, Madrid 2011.
• Varios, Gran enciclopedia
Larousse, Planeta,
Barcelona 1977.
• Varios, El libro negro del
comunismo, Planeta,
Barcelona 1998.
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