Harold Foster
Prince
Valiant, Príncipe
Valiente en España, está
considerada como una de las obras más relevantes del noveno arte. Originalmente,
distribuida por la agencia de prensa King
Features Syndicate, se publicó semanalmente en las páginas de los periódicos
estadounidenses. Su autor, Harold Foster,
trabajó en la serie desde 1937 hasta 1979. Después otros artistas han continuado
la obra hasta tiempos recientes.
Prince
Valiant cuenta las
andanzas de Sir Valiente, caballero de la Tabla Redonda del Rey Arturo y heredero del trono del
vikingo reino de Thule. Sus
aventuras se sitúan en el siglo V después de Cristo, aunque con un
planteamiento bastante flexible de la historia y la cronología. En las historias
del Príncipe
Valiente tienen cabida la épica, el romanticismo, el humor, lo
cotidiano, lo doméstico y, en general, todo lo que había influenciado e
inquietaba a Harold Foster.
En
la entrega de la serie publicada el 18 de abril de 1943, el Príncipe
Valiente libera a un perro atrapado en una trampa de caza a costa de
amputarle una de sus patas. Poco después encuentra a un muchacho solitario que
observa distante y melancólico a otros jovenzuelos que juegan enzarzados en
amistosas luchas. Valiente repara en la soledad del muchacho y en su tullida
pierna izquierda. Decide regalarle el perro cojo, quedando todos muy contentos.
En
la siguiente entrega, del 25 de abril de 1943, el agradecido muchacho le
entrega al escudero del Príncipe Valiente unas flechas, que
él mismo ha fabricado, como regalo para su señor. De forma un tanto ruda el
escudero orienta al muchacho en lo que, a partir de ese momento, será su
ilusionante proyecto vital, llegar a ser flechero en la armería del Rey Arturo.
En
las entregas que van desde el 2 al 23 de enero de 1944, el Príncipe Valiente sufre
un accidente de caza y es recogido por la bella Sigrid (Puede que el guionista Victor
Mora se inspirase en este personaje en la creación de la homónima y también
vikinga novia del Capitán Trueno, que a su vez está inspirado en el Príncipe
Valiente).
Sigrid y Valiente y la otra Sigrid y el Capitán Trueno, un
español que ligó con una sueca antes del turismo.
Victor Mora, Gundar Harl, El Príncipe
Valiente y Sigrid.
En
la cabaña de la doncella, Valiente descubre una hermosa y elaborada
maqueta de un barco vikingo tallada por Gundar Harl, un ex navegante que
perdió una mano y un pie en sus viajes, y que está enamorado en secreto de la
joven. El artista amputado se lamenta de su mala fortuna que le impide navegar,
pero se contenta con vivir amando en la distancia a la bella Sigrid.
La presencia de Valiente provoca en Gundar Harl celos y amargura.
Creyendo que Sigrid ama a Valiente, arroja los remos de la
embarcación en que los tres viajan cuando cruzan un peligroso torrente de
montaña, buscando la muerte de su rival, de su amada y la suya propia. Algo del
todo innecesario pues Sigrid también ama a Gundar. La intrépida actuación de Valiente
impide el desastre. Valiente recrimina a Gundar
Harl su actitud autocompasiva
y le anima a convertirse en armador de barcos para la flota de su padre, el rey
de Thule.
Cosa que ocurrirá pasando Gundar Harl a ser un personaje
habitual de la serie como prestigioso constructor de barcos, colaborador y
amigo del Príncipe Valiente.
En
las sociedades tradicionales, en las que las formas de ganarse la vida suelen
requerir gran exigencia física, frecuentemente se encauzaba a las personas con
algún déficit físico hacia las profesiones artesanales. Puede que Foster tomara este modelo para su
recreación de un mundo medieval. Puede también que quisiera seguir una larga
tradición literaria de personajes tullidos asociados a labores artesanas, que
se remonta al mito greco/romano del dios Hefestos/Vulcano, el dios herrero
cojo forjador de armas de dioses y héroes. Pero las fechas en que se publicaron
estas tiras, entre 1943 y 1944, inclinan a pensar que estas historias pudieran
tener relación con la situación que se vivía en los Estados Unidos en aquel
tiempo. Era una de las naciones beligerantes en la II Guerra Mundial y el
esfuerzo de guerra requería gran cantidad de mano de obra para las fábricas de
armas y de suministros. Con la mayor parte de los hombres útiles para la guerra
en los frentes, miles de hombres, que hasta entonces se habían considerado
inválidos, ocuparon en la industria los puestos dejados por quienes se habían
incorporado al ejército. Fueron llamados “los héroes del frente industrial”.
Demostraron fehacientemente su productividad y utilidad social, así como su capacidad
para ganarse la vida. Superando así las restricciones sociales que se les
suponían y las de su propia discapacidad.
Arf sufre congelación. Val y Arf
Años
después, en 1951, Foster plantearía
una trama parecida a las anteriores. El joven Arf, escudero y aspirante
a caballero de la Tabla Redonda, que acompaña al Príncipe
Valiente en su intento de cruzar los Alpes, sufre la congelación de sus
pies. A consecuencia de ello, ha de amputársele uno de ellos. Ante
la incapacidad de cumplir sus aspiraciones, Arf pierde el deseo de vivir y su vida
corre peligro. El Príncipe Valiente, descartando la compasión, le dice que un
verdadero caballero nunca abandona la lucha; le pone como ejemplos al joven
flechero tullido del Rey Arturo (por lo visto el muchacho
consiguió su propósito) y al constructor de navíos manco y cojo de su padre, el
Rey de Thule. Y, dado que le había enseñado a leer y escribir, le
encomienda una nueva función, documentar por escrito las misiones que realizan
al servicio del Rey. Se puede apreciar que Foster
recordaba a sus personajes de años atrás y que no tenía pudor en repetir
argumentos. Pero en este caso profundiza mucho más en el proceso de
rehabilitación y adaptación a su nueva vida del joven Arf, en el que se implica significativamente su señor el Príncipe
Valiente. Este trata de recuperarle ocupándole en tareas, haciéndole
ver que en realidad no tenía las aptitudes para ser un gran guerrero,
orientándole hacia las artes musicales y literarias… y, con lo que da en el
clavo, propiciando sus relaciones con la bella y joven Adela. Esta joven sensible es mucho más receptiva a la música dulce
y a los bellos sonetos que a las hazañas guerreras. Así que Arf, ahora motivado, perseverará en
desarrollar sus aptitudes musicales y literarias para las que sí esta
verdaderamente dotado. Llega a convertirse en el cronista de las andanzas del Príncipe
Valiente y, por supuesto, conquista el amor de Adela.
Este
trabajo podría concluir aquí si no fuera porque en 1968 Foster plantearía de nuevo una trama parecida: Valiente encarga al
orgulloso y autosuficiente capitán de
barco Helge Hakkon que conduzca a su familia y sequito desde la isla
mediterránea que regenta su esposa Aleta, hasta
su reino nórdico de Thule. El capitán vikingo considera un honor semejante tarea
pero le perturba la numerosa presencia femenina que supone la compaña de Valiente.
En especial la de la doncella de Aleta, la altiva Katwin,
con la que sufre varios desencuentros.
Helge Hakkon y Katwin
Tales
desavenencias esconden en realidad una admiración mutua. Así, cuando al
desembarcar en un puerto de dudosa seguridad son atacados y Katwin
secuestrada, es Helgue Hakkon quien acude a su
rescate. Cosa que logra tras combate singular en el que resulta herido de
gravedad en un brazo. Katwin se desvelará en cuidar al
herido que rechaza tales cuidados pues considera que un hombre que se precie ha
valerse por sí mismo. El rechazo será aún mayor cuando, a instancias de Katwin, se
le amputa la extremidad para salvar su vida.
Helge
Hakkon se llena
entonces de amargura y pierde las ganas de vivir, pues sólo concibe plena la
vida marinera a la que se ve abocado a renunciar. La abnegación de la enamorada
Katwin
y las reprimendas de Aleta lograrán sacar al marino de su
estado de postración. Poco a poco irá aceptando su situación y sentirse de
nuevo capaz y útil.
Helge Akkon y Katwin “mano a mano”.
El
colofón de la recuperación se da cuando le presentan a Gundar Harl. El
doble amputado ya presentado. El apreciado armador de barcos del Rey de Thule.
La dignidad y solvencia con que Gundar Harl desempeña su labor y
sobrelleva sus limitaciones impresionan a Helge Hakkon, que deja atrás su
autocompasión y retoma su vida marinera en la amorosa compañía de Katwin.
Una grúa para salvar la barrera que supone para
los amputados subir a un barco.
Varios
años separan la historia de los amputados Helge Hakkon y Arf de las historias del
joven flechero tullido y del doblemente amputado constructor de barcos y
navegante Gundar Harl. Pero las cuatro siguen la misma dinámica: Los personajes
viven con frustración su discapacidad hasta que encuentran una forma de ser
productivos y sentirse útiles, un proyecto o aspiración y la amistad o el amor.
En realidad tres cosas que cualquiera, se tenga una discapacidad más o menos
manifiesta o no, necesitaría para sentirse bien. Alguien dijo algo así como: Tres cosas hay que tener para ser feliz:
Algo que hacer, algo que esperar y alguien a quien amar.
Foster trataría nuevamente la discapacidad en
una trama que duró varias semanas en 1940: El Príncipe Valiente llega a
un paraje cuyos habitantes viven aterrorizados por un gigante al que han de
pagar tributo. Cómo no, Valiente se implica en el asunto y
descubre que el malvado gigante no es sino un buenazo afectado de gigantismo
(acromegalia) que cansado del desprecio y rechazo de los demás se aprovecha de
su tamaño y amedrentador aspecto para intimidar a sus vecinos y vivir a su
costa. Utiliza ganancias y esclavos capturados para crear un refugio secreto, en el que acoge a todo tipo de marginados que han sido, al igual que él, rechazados por
sus deformidades y minusvalías.
Planteamientos
parecidos se han utilizado en otros tebeos como Los 4 Fantásticos, en
unos episodios en los que el resentido y deforme Hombre Topo acoge en su
reino subterráneo a otros parias, o La Patrulla-X en cuyas páginas
aparecen Los Morlocks, mutantes no precisamente agraciados, que viven al
margen de la sociedad en las infraestructuras subterráneas de Nueva York.
Por
descontado que Valiente lo arreglará todo convenciendo al gigante de que
obtendrá la colaboración de sus vecinos e involuntarios trabajadores
ofreciéndoles trato y salario justos. Lo cual da resultado. A fin de cuentas es
un tebeo.
Foster adapta en esta trama las leyendas de
caballeros luchando contra gigantes. En este caso un gigante que cuando no
tiene que espantar caballeros pasea por su jardín secreto rodeado de perritos
juguetones y cervatillos que le adoran. Una imagen que evoca en cierto modo el
cuento El gigante egoísta de Oscar
Wilde.
BIBLIOGRAFÍA
*Foster, Hal, Príncipe Valiente, Planeta
de Agostini. Barcelona, 2011. * Gaytan, Carlos, Diccionario Mitológico, Diana, México, 1974. *Casado, Demetrio, Afrontar la discapacidad, el envejecimiento
y la dependencia, CCS, Madrid, 2011. * Casado de Otaola, Demetrio, Discapacidad en Prince Valiant, en Polibea 106, Polibea, Madrid, 2013.
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